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  • Foto del escritorEscenarios Saludables

“Qué necesita saber la Comunidad Educativa para la Prevención de Conductas Autolesivas y Suicidas"

Lic. Lucrecia Miller

Licenciada en Psicología. Presidenta de la Fundación PAPIS (Plan de Asistencia para una Infancia Segura), de la provincia de Salta.


El suicidio es la manifestación más extrema de violencia, por ser la violencia auto infligida; es la violencia contra sí mismo y contra los demás, por el impacto y afectación en los sobrevivientes, siendo un problema social que puede ser evitado.


El fenómeno social ha crecido notoriamente y lo preocupante es que toca a menores de edad; el índice de suicidios de niños/as menores de 14 años de edad está incrementándose a un ritmo alarmante y para los adolescentes está aumentando aún más rápido.

Los índices de suicidios de adolescentes se incrementaron vertiginosamente en los últimos años en nuestro país. La falta de trabajo, de estudios o cualquier tipo de ocupación, las crisis familiares y sociales, la ruptura de los lazos y el tejido social, la falta de contención en el entorno más cercano, la imposibilidad de elaborar un proyecto de vida, de encontrar un rumbo para el futuro y vivir en una realidad amenazante que plantea continuos riesgos, complican las dificultades de los adolescentes para insertarse en una sociedad que no les da oportunidades. En este contexto la escuela juega un rol fundamental por cuanto aún constituye un ámbito de pertenencia, aunque muchas veces no advierte, previene o trata problemas que se agravan con el tiempo.


El suicidio, quizás la contradicción humana más fuerte, cuando se produce, no afecta sólo a la familia o a los amigos más cercanos. Es un hecho tan fuerte y tan intenso que pone en cuestión a toda la comunidad, a todas las instituciones. No es cuestión de comprender que sucedió ni de buscar responsabilidades o chivos expiatorios, sino de fortalecer a la comunidad y de posibilitar intervenciones en las que los adultos ocupemos el rol de contención, acompañamiento y cuidado que los adolescentes y jóvenes necesitan frente al dolor. Un alto porcentaje de muertes por suicidios pueden evitarse, desarrollando actuaciones apropiadas y oportunas antes de producirse los hechos.


La excesiva movilización que provoca un suicidio o tentativa de suicidio, genera a su vez un efecto perturbador sobre el docente que se pregunta si hubiera podido hacer algo para evitarlo, siendo ello causante de una sobrecarga de tensión y angustia que se manifiesta en alteraciones psicosomáticas, trastornos de ansiedad, depresión, etc. que afectan, no sólo su salud, sino que interfieren en la calidad en el ejercicio de su rol.


Es por todos sabido, la difícil situación en que se desenvuelve la vida en estos tiempos. La desocupación, la pobreza, la falta de expectativas de futuro, la inseguridad, la disponibilidad de la droga, crean un ambiente de incertidumbre para el niño y adolescente argentino. Sabe que casi no tiene oportunidades laborales, que la sociedad no lo espera para ofrecerle un futuro, sino que tiende a excluirlo. Con familias azotadas por la desocupación y las carencias económicas, la disolución por divorcio o el abandono de alguno de los padres, con un Estado sin políticas adecuadas para atender esta problemática de manera efectiva, nuestros niños y adolescentes constituyen una población vulnerable y desatendida.


El COVID-19 vino a agravar estas circunstancias debido a la elevada morbilidad y mortalidad que provoca en los seres humanos, unido a significativas repercusiones económicas y psicosociales. Esta pandemia se asocia con el incremento de factores psicosociales, tales como: pérdida de hábitos saludables, violencia intrafamiliar y abuso de nuevas tecnologías… Los niños y adolescentes constituyen un colectivo de especial vulnerabilidad.

El contexto objetivo extraordinario que suscita la pandemia, consecutivo a la paralización de la actividad económica y social, así como las medidas de restricción de movimientos y cuarentena domiciliaria instaurados para contenerla, suponen un corte radical en la cotidianidad de las personas. Esta ruptura, asociada a la implementación de protocolos de contención, conlleva a significativas consecuencias psicosociales con múltiples estímulos generadores de estrés.


A los estresores habituales, se sumaron los de una Pandemia que tampoco ha terminado, provocando mayores factores de desestabilización emocional, que incrementan las posibilidades de autolesiones y suicidios.


Bajo la premisa que el Suicidio es previsible y prevenible, es válido conocer los factores de riesgo que predisponen para la aparición de esta problemática. Entendemos que la verdadera prevención es transformación. Si no logramos transformar el contexto de nuestros jóvenes, erigirnos como adultos formadores y referentes vinculares que aporten lo necesario para el desarrollo integral de nuestros niños, no podremos cambiar su visión de la vida y del futuro. En un mundo sin sostén como el actual, emitir recomendaciones o intenciones para anticipar el riesgo no es suficiente. Si no se realiza una movilización creativa y operativa que recree vínculos afectivos, que genere nuevamente confianza y logre cohesionar el tejido social destruido, no habrá transformación posible. De modo que se necesita una acción comunitaria mancomunada que, consciente de los problemas reales de la sociedad, incorpore el tema en las escuelas y esté dispuesta a un abordaje franco, profundo y sostenible del problema. La posibilidad de comenzar a cambiar el hoy para transformar el futuro, es un desafío que como adultos no deberíamos soslayar.


Por ello, es importante que, para su prevención, las personas más cercanas al niño puedan ser capaces de advertir y comprender en qué circunstancias se encuentra creciendo ese niño/a, apreciar en qué medida se encuentran vulnerados sus derechos y su integridad. Los/as niños/as y adolescentes vulnerables son muy sensibles siendo incapaces de reorganizarse, sumiéndose en la desesperanza, la angustia extrema, llevándolo a la autodestrucción.


El docente además de educar, como dinamizador y conductor en la Comunidad Educativa, es un importante sostén afectivo y soporte de la salud mental para alumnos, padres, institución. Por tanto, el mejor enfoque de las actividades de prevención de suicidio en la escuela, lo constituye un trabajo de equipo, cooperativo entre todos los integrantes de la Comunidad Educativa, trabajando en estrecha colaboración con las otras organizaciones comunitarias y estatales.


La escuela aparece como un espacio esencial para desarrollar acciones preventivas adecuadas como el reconocimiento temprano de los niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad. La escuela se convierte en un escenario privilegiado para desarrollar intervenciones de promoción-prevención de la salud emocional y social. Debido a que el trabajo realizado en la escuela constituye uno de los enfoques más eficientes para llegar a un gran número de jóvenes y es el principal entorno para el desarrollo de programas que puedan influenciar la salud mental y reducir los factores de riesgo y los problemas emocionales y sociales a través del ejercicio y la viva experiencia con contextos solícitos y protectores. En este escenario se puede accedera diversas problemáticas como relaciones interpersonales, dificultades escolares, relaciones con pares, problemas familiares, depresión, autodaño, etc.


Prevención de comportamientos violentos contra sí mismos o contra otros, el abordaje de los intentos de suicidio de adolescentes en las instituciones educativas, están sustentadas en mejorar las condiciones institucionales y comunitarias como promotoras de salud y que los educadores estemos mejor preparados y fortalecidos para reducir las alteraciones e influencias negativas en el desarrollo integral de los infantes y afrontar y remover situaciones que vayan apareciendo y que sean indicadores de alteraciones en el mismo.


El trabajo interdisciplinar e intersectorial en materia de promoción de la salud y prevención de Violencia y/o Suicidio mediante el fortalecimiento de los recursos personales, familiares y sociales, tendrá que ser un reto y compromiso si queremos garantizar un mejor ambiente emocional y social para los niños y los jóvenes. Por eso ideamos y ejecutamos la primer Red de Contención Primaria para Niños, Niñas y Adolescentes en Situación de Vulnerabilidad por Condiciones Socio familiares adversas.


Siendo la escuela un espacio de pertenencia, socialización y formación significativo, consideramos que es el ámbito propicio para fomentar este trabajo de integración y promoción de trabajo colaborativo con todas las otras áreas del Estado: Salud, Seguridad, Comunitaria, Judicial, etc. El docente se constituye en un Líder que dinamiza, involucra y promueve esas articulaciones. No se trata de sumar intervenciones sino operar en forma integrada, como un verdadero Sistema para intervenir precozmente, fortalecer la Capacidad de Contención y revertir aquellas condiciones de riesgo que vulneran la integridad y el crecimiento de los niños, niñas y adolescentes.


En nuestra provincia venimos desarrollando sistemáticamente desde hace muchos años estos modelos de intervención, acciones de promoción de factores de protección y fortalecimiento de competencias cuidadoras desde la Comunidad Educativa. Es en este Nivel de Prevención Primaria donde debemos, según nuestra mirada, focalizar nuestros esfuerzos.

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