top of page


Asistencia en Emergencias en relación al Suicidio
 

Asistencia en Emergencias en relación al Suicidio

 

Nuestro principal propósito en la vida es ayudar a otros.

 

Dalai Lama

¿Cuándo estamos frente a una Emergencia en relación a la Conducta Suicida?

 

Decimos que hay una Emergencia en relación a la Conducta Suicida cuando la vida o la integridad física de una persona se encuentra en peligro inminente.

 

Esto es: 

  • en los casos en que la decisión de intentar un suicidio es clara y explícita; 

  • frente a un intento de suicidio reciente, aún cuando el método empleado pueda parecernos inofensivo; 

  • y en todos los casos de suicidio en curso, es decir, cuando la persona afectada realiza acciones con la clara intención de provocar su muerte, incluso cuando estas acciones no parezcan efectivas. 

 

Todas estas situaciones ocurren en medio de crisis emocionales, por lo que lo expresado en el apartado Asistencia a Personas en Crisis o con Pensamientos Suicidas sigue siendo válido. La diferencia que se le agrega es la urgencia que el peligro inminente representa, por lo que las acciones recomendadas deben ser más directivas y sistemáticas con el objetivo prioritario de preservar la vida y la integridad física del afectado.

Conocer, detectar y no ignorar las señales de advertencia puede cambiar el desenlace en un intento de suicidio.

 

En caso de Emergencia en relación a la Conducta Suicida debemos:

 

1- Mantener la calma

 

Si nos dejamos llevar por la crisis del otro no estaremos en posición de poder ayudar. Nuestros gritos o llantos solo servirían para desestabilizar más a quien necesita ayuda. Debemos ser capaces de transmitirle paz, tranquilidad y seguridad. No es momento de contradecir ni de juzgar (ni siquiera sus intenciones suicidas). Debemos mostrarnos preocupados pero al mismo tiempo serenos. Infundir confianza. Estar dispuestos a negociar. 

Los objetivos básicos de la Asistencia en Emergencias son preservar la vida y la integridad física del afectado, y conseguir ayuda externa pero, con frecuencia, no son alcanzables en forma directa por lo que  podrían ser necesarios largos rodeos. La paciencia es la clave. El punto de partida será siempre la situación actual y real del afectado; no la debemos negar ni negársela. Por el contrario debemos aceptar sus sentimientos y sus intenciones como válidos. En especial deben evitarse frases pseudo-tranquilizadoras como "tenés que ser fuerte", "todo va a mejorar", "la vida es bella", "pensá en tu familia" u otras cosas que se dicen con buenas intenciones pero en general solo aumentan la sensación de fracaso mostrando escenarios que en ese momento parecen inalcanzables. No debemos apelar a razonamientos sino a sentimientos. La persona en emergencia no necesita palabras sino hechos, debe poder percibir por sí misma que su vida es valiosa para nosotros y que sus sentimientos nos importan y estamos dispuestos a escucharlos. Debemos transmitir preocupación pero a su vez serenidad. Un tono coloquial, preguntas abiertas en relación a los sentimientos y la valoración de estos sentimientos cuando se expresan suelen ser útiles. Ver Asistencia a Personas en Crisis o con Pensamientos Suicidas y La Escucha Activa en la Prevención del Suicidio.

 

Asistir a una persona en medio de una emergencia en relación a la conducta suicida podría movilizar emociones muy fuertes. Luego habrá tiempo para atenderlas, en el momento de la emergencia no debemos olvidar que la urgencia y toda nuestra atención debe estar puesta en quien necesita ayuda.

Para transmitir calma a una persona afectada por una crisis emocional o con un intento de suicidio en curso, la primera condición es estar calmados nosotros mismos.

2- Bloquear la acción suicida por cualquier medio

 

Muchas veces un tono firme y directivo alcanza para que la persona en crisis desista de sus intenciones suicidas. Si no fuera así, cualquier acción tendiente a impedir el acceso a los medios letales estaría justificada por la preservación del bien mayor que es la vida y la integridad física del otro. 

 

Las normas sociales que nos rigen en la interacción cotidiana, como los buenos modales, el respeto por la libertad del otro o el cumplimiento del compromiso de confidencialidad, pasan a segundo plano cuando una vida se encuentra en riesgo real. En estas situaciones no debemos dudar en buscar ayuda externa, incluso sin el consentimiento del afectado, o en bloquear de cualquier modo sus acciones. Los únicos límites son: 

  • preservar la propia integridad, ya que en muchos casos el suicida llega a arrastrar a personas que intentan asistirlo,

  • y evaluar la efectividad de las acciones, ya que una acción compulsiva o no acordada podría precipitar el acto suicida.

 

Si no se presenta una oportunidad limpia y clara para bloquear el acto suicida mediante acciones compulsivas, el camino más efectivo sigue siendo la negociación y el diálogo firme pero no invasivo.  

 

Boquear un acto suicida por medios compulsivos no invade o limita la libertad del otro, por el contrario, le brinda una oportunidad de ejercerla que en medio de la crisis emocional no tiene.

3- Buscar ayuda externa

 

Una persona que atravesó una crisis emocional con claras intenciones suicidas necesita ayuda profesional inmediata, incluso en los casos en que la crisis pareciera haber pasado. Muchas obras sociales cuentan con servicios de emergencia psiquiátrica. Si no se cuenta con un servicio de este tipo es bueno conocer los números de emergencias de nuestra localidad (107 para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y muchos municipios de la Provincia de Buenos Aires o 911 para todo el país). 

Otra alternativa es trasladar al afectado a un hospital u otro centro con Servicio de Guardia de Salud Mental. La situación ideal sería que la intervención profesional fuera acordada y aceptada por el afectado. Cuando esto no se pueda lograr es útil comunicarse previamente con el servicio que intervendrá para establecer una estrategia de acción.

Todo intento de suicidio implica un riesgo cierto de repetirse, incluso en forma más efectiva, la intervención profesional posterior al acto es una medida de prevención imprescindible. 

 

4-Volver a la asistencia de la crisis

 

Evitar un intento de suicidio y conseguir ayuda externa nunca es el final de la historia sino el comienzo. Como dijimos antes, una Emergencia en relación a la Conducta Suicida no deja de ser una crisis emocional, y cualquier persona que atraviesa una crisis de este tipo lo que más necesita es un otro en quien refugiarse. 

La emergencia, por su propia naturaleza es transitoria. Para que no se repita será necesario atender las causas profundas que le dieron origen. En este sentido es importante la ayuda profesional, pero como también dijimos antes, ésta de ningún modo puede reemplazar a la contención del entorno. Estar presentes y brindar una escucha abierta, empática y activa resultará de fundamental importancia en la recuperación de toda persona que haya atravesado una Emergencia en relación a la Conducta Suicida.
 

La Prevención Comunitaria del Suicidio no termina con la intervención profesional, la contención del entorno es fundamental durante el proceso de recuperación.

5-Cuidar al que cuida

 

Asistir a una persona en una crisis es una tarea de profundo impacto emocional. Mucho más si el afectado atravesó una situación de Emergencia. Antes dijimos que la emergencia en curso no es el momento adecuado para ocuparnos de nuestras propias emociones al respecto, pero es necesario que ese momento exista. Las situaciones son muy diversas y dependen fundamentalmente del vínculo emocional con el afectado. No es lo mismo asistir a un desconocido con el que accidentalmente nos cruzamos en medio de una emergencia que asistir en forma prolongada o permanente a un familiar cercano o un ser querido por el que sentimos gran afecto.

 

En el primer caso, es decir, cuando asistimos a un desconocido, cada persona tiene el derecho de establecer cuál es su límite. Cuando decimos que todos podemos hacer algo no estamos hablando de omnipotencia. Hacer algo es, justamente, hacer algo. Nunca todo. Intervenir en medio de la emergencia para brindar asistencia a un desconocido debería ser considerado una responsabilidad ciudadana. El objetivo de quien asiste en estas circunstancias, además de los antes mencionados debería ser delegar esta responsabilidad en otra persona a la que por cercanía, parentesco o profesión le correspondiera. Mantener el contacto o brindar seguimiento a estos casos luego de que la emergencia se resuelve o queda en manos de otra persona responsable puede ser una acción muy noble pero que también prolonga e intensifica el impacto emocional. Como dijimos antes, cada uno tiene derecho a determinar hasta dónde puede ayudar.

Cuando el afectado es una persona cercana o un familiar, o cuando nos vemos profesionalmente involucrados con la situación, el contacto ulterior y el seguimiento es inevitable. También en estos casos hay cierto margen para decidir hasta dónde podemos o queremos involucrarnos, pero es natural que nos sintamos más obligados.

En todos los casos es recomendable no cargar en soledad con el impacto emocional de asistir a una persona en crisis en medio de una Emergencia en relación a la Conducta Suicida. Hablar con un amigo o un referente puede ser suficiente para mitigar la natural angustia que se produce. Pero, en muchas ocasiones es necesario contar con un acompañamiento profesional, ya sea para que nos oriente sobre la mejor forma de seguir asistiendo o para que nos ayude a elaborar nuestros propios sentimientos al respecto.

Cuidar a los que cuidan es una parte a veces ignorada pero muy importante en la Prevención Comunitaria del Suicidio. 

 

Ver también:

 

Asistencia a Personas en Crisis o con Pensamientos Suicidas.

Buscando tratamiento por pensamientos suicidas​.

 

escenarios saludables

bottom of page