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Prevención del Suicidio Adolescente y Juvenil - Asistencia
 

Prevención del Suicidio Adolescente y Juvenil - Asistencia

 

No tienes que sufrir para ser un poeta. La adolescencia es suficiente sufrimiento para todos.

John Ciardi

No nos cansaremos de remarcar que las tareas más importantes en la prevención del suicidio adolescente y juvenil son las que se realizan antes de que la crisis emocional o los pensamientos suicidas aparezcan. Ver Prevención Primaria de la Conducta Suicida y Prevención del Suicidio Adolescente - Recursos. No obstante, la asistencia a jóvenes y adolescentes en sus crisis emocionales, con o sin pensamientos suicidas, es una segunda línea de seguridad necesaria para detener El Proceso Suicida tan pronto como sea posible.


Cómo detectar la crisis emocional e iniciar la asistencia


Si existe un vínculo de confianza mutua previo es posible que el adolescente o el joven acuda a un adulto buscando contención o consejo frente a una crisis emocional que esté transitando, pero en la mayoría de los casos no es así. Especialmente los varones suelen resistirse a pedir ayuda. Muchos de ellos fueron educados para ser autosuficientes y a esto se le suma el propio pudor y la estigmatización que las demostraciones de fragilidad emocional tienen en una sociedad machista.

 
Es importante construir y sostener vínculos de confianza mutua con los adolescentes y jóvenes. Estar junto a ellos, preguntarles por sus cuestiones de interés, ofrecerles ayuda o ayudarlos frente a problemas menores, valorarlos, demostrarles afecto y no juzgarlos o criticarlos ayudará a construir un ambiente hospitalario en el que es posible que el adolescente o el joven en medio de una crisis emocional recurra a nosotros.


El otro camino es acercarnos nosotros al adolescente o al joven del que sospechamos que podría estar atravesando una crisis emocional. Pero esto no es tan sencillo por varios motivos. Los adolescentes o los jóvenes de ambos sexos, pero especialmente los varones, suelen ocultar su angustia y, aunque les preguntemos directamente es muy probable que el orgullo o la vergüenza los lleve a negar la situación. Aún así, cuando notamos algún cambio repentino en el comportamiento habitual o sabemos de algún problema que el adolescente o el joven esté atravesando, la pregunta “¿Qué te está pasando?” nunca está demás. Es probable que el adolescente o el joven responda “nada”, “estoy bien” o algo por el estilo, pero al menos sabrá que nos preocupamos por él o ella, y esto podría ser de vital importancia. No debemos dar por sentado que los adolescentes o jóvenes saben cuánto los queremos  y cuánto nos preocupa su bienestar, no está demás decírselo y mostrárselo a cada rato. En etapas de tantas inseguridades podrían llegar a ponerlo en duda, especialmente si están atravesando una crisis emocional con pensamientos suicidas.


La oportunidad de asistir


Cuando un adolescente o un joven recurre a nosotros buscando escucha, contención u orientación, debemos tomar ese hecho como una oportunidad invalorable y hacer nuestro mejor esfuerzo para no desperdiciarla.  La asistencia en crisis de adolescentes no es diferente a la que se realiza en otras edades, salvo ciertas particularidades que mencionaremos luego, por lo que todo lo expuesto en Asistencia a Personas en Crisis o con Pensamientos Suicidas y en La Escucha activa en la Prevención del Suicidio, como así también en Prevención del Suicidio en la Infancia, también es válido aquí.


Las particularidades a las que nos referimos antes son las que hacen a la forma de ver el mundo de los adolescentes y los jóvenes que pueden ser muy diferente de la del adulto maduro. Debemos hacer un esfuerzo por mirar sus problemáticas desde su propia óptica escuchando, comprendiendo y conteniendo antes de ofrecer nuestra propia mirada.

 
Los adolescente y los jóvenes se preparan para la vida adulta y son conscientes de ello; pero adaptarse a estos cambios y a la vez cumplir con las expectativas que ellos mismos, sus pares y los adultos les imponen, puede resultar una carga excesiva. Sumado a esto, la falta de experiencia de vida, el desconocimiento en el manejo de sus propias emociones, los cambios hormonales de la edad, distintas situaciones apremiantes y una limitada independencia, hacen que sea muy común que se originen crisis emocionales muy profundas por problemas que, desde la perspectiva adulta, no son tan graves. Por eso es necesario hacer un esfuerzo para ponerse en sus zapatos y validar su dolor desde su propia óptica.


Cómo orientar a un adolescente o un joven con pensamientos suicidas


Todas las orientaciones básicas mencionadas en Cómo Orientar a una persona con Pensamientos Suicidas también son aplicables en adolescentes y jóvenes; pero la estrategia que suele resultar especialmente efectiva es la de proyectarse hacia el futuro. Los adolescentes y jóvenes tienen una experiencia de vida corta y esto hace que su perspectiva sea reducida, sienten que lo que están viviendo ahora es la totalidad de su vidas y les resulta particularmente difícil pensar en un porvenir en el que sus problemas actuales de algún modo se superen o los puedan aceptar. Preguntarle “¿Cómo imaginas tu vida dentro de 10 o 20 años?” podría ser el disparador para despertar sus ansias de futuro. También puede suceder que el adolescente o el joven se sienta tan defraudado por la vida que no pueda imaginarse nada o nada positivo. En estos casos es necesario hacer uso de pequeños indicios que haya mencionado en la charla y nos permitan conocer sus anhelos reprimidos y, a partir de ellos, con mucha paciencia, ir construyendo una esperanza de futuro. No es el momento de indicarle al adolescente o al joven “lo que debe” o “lo que le conviene” hacer. Solo el deseo puede actuar como motor para impulsar sus ganas de vivir. Lo importante aquí es “lo que quiere” el adolescente o el joven hacer con su vida.

 
Orientar a un joven o adolescente en crisis o con pensamientos suicidas, muchas veces, es poner su futuro frente a sus ojos. Aún así, los problemas actuales pueden generar un enorme dolor. La idea no es negar o minimizar este dolor sino ponerlo en perspectiva. Por ejemplo, si un adolescente vive situaciones de permanentes conflictos familiares que le generan angustia, podemos guiarlo para que imagine su propia vida, quizás con una familia propia, con independencia económica o con sus propios proyectos en marcha. El hecho de imaginar este futuro, según sus deseos o intereses no cambia en nada su situación actual, pero sin duda le servirá de estímulo para generar la motivación que toda persona necesita para transitar del mejor modo posible las distintas etapas de la vida y luchar por la concreción de sus proyectos.


La corta experiencia de vida de los adolescentes o los jóvenes también suele afectar sus relaciones y llevarlos a momentos de aislamiento. Es frecuente escuchar a adolescentes quejarse de sus padres, sus docentes o sus compañeros, pero muchos de estos conflictos personales se originan en el idealismo propio de la edad y en un análisis superficial de la conducta del otro que los lleva a poner todo en blanco o negro. Desde la asistencia debemos escuchar y validar estos conflictos, pero no engancharnos en ellos, siempre tratando de recomponer estos vínculos. Exceptuando los casos en los que se ejerza violencia física o psicológica, siempre son mejores los vínculos conflictivos que la ausencia de vínculos. Además, resolver conflictos en las relaciones es parte del aprendizaje que los jóvenes y adolescentes necesitan realizar para su vida futura (Ver también: Fortalecer nuestros Vínculos para Prevenir el Suicidio y Mejorar nuestras Relaciones para Prevenir el Suicidio). Para ello podemos mostrarle aspectos que el adolescente o el joven posiblemente no esté viendo. Por ejemplo, si un padre presiona al adolescente para que obtenga mejores calificaciones podemos mostrarle la intención última del padre de que su hijo esté mejor preparado para la vida, lo cual por supuesto no justifica la presión ni las formas empleadas pero es su manera de demostrar amor y preocupación.


La adolescencia y la primera juventud también suelen ser las etapas en que las relaciones amorosas producen las decepciones más dolorosas. De ningún modo debemos negar o minimizar el sufrimiento que estas decepciones producen, pero ayuda mucho entender que una parte de todo ese dolor no se debe al conflicto de la relación sino al daño que genera en la autoestima. En este sentido valorar al joven o adolescente por su capacidad de amar, mostrarle que las relaciones sentimentales son difíciles por lo que requieren de experiencia y que las primeras experiencias amorosas suelen ser cortas y dolorosas,  puede ayudar a poner el asunto en perspectiva como un dolor que hay que transitar pero que no es para siempre.

Una asistencia atenta, empática y contenedora como la que mencionamos aquí contribuye a afianzar la autoestima, los vínculos y la esperanza en el futuro que son los pilares para construir un sentido de la vida sólido que le permita al adolescente o al joven afrontar los problemas de su vida sin recurrir a pensamientos suicidas.

 

Ver también:

 

Prevención del Suicidio en la Infancia

Prevención del Suicidio Adolescente-Juvenil - Recursos

 

Prevención del Suicidio en Adultos

 

escenarios saludables

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