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Primeros Pasos para Prevenir el Suicidio
 

Primeros Pasos para Prevenir el Suicidio

 

Nosotros debemos ser el cambio

que queremos ver en el mundo.

 

Mahatma Gandhi

 

Primer Paso: Asumir al suicidio como un riesgo real

 

Nos gusta pensar que el suicidio es muy improbable. O que en todo caso es algo que le pasa a otros, siempre a otros, a personas con desórdenes mentales graves o con vidas realmente atormentadas. Pensar así nos brinda una falsa sensación de seguridad:  “si el suicidio está lejos, mis seres queridos y yo estaremos a salvo". Además, "si alguno de los míos pensara en el suicidio yo lo notaría”. Lamentablemente, las cosas no son así.

 

El Ministerio de Salud de la Nación nos dice que más de 3200 argentinos mueren cada año a causa de suicidio. La OMS nos advierte que este número podría estar subestimado ya que muchos suicidios no se informan como tales debido al estigma social que pesa sobre la conducta suicida, y que por cada suicidio consumado hay por lo menos 20 intentos de suicidio y cientos de personas que sufren pensamientos suicidas.

 

El suicidio no está tan lejos como nos gustaría creer. Es posible que la mitad de las personas que conocemos hayan tenido pensamientos suicidas en algún momento de sus vidas. Entre ellos, podrían estar nuestros seres queridos. Cientos de miles de personas viven preocupadas por los pensamientos suicidas de un familiar o amigo, o atormentadas por la muerte de un ser querido a causa de suicidio, uno de los duelos más difíciles de elaborar. 

Por otra parte, los signos del pensamiento suicida no son tan claros como esperaríamos. Las personas que llegan al intento de suicidio lo hacen casi siempre, o siempre, después de un proceso interno que puede llevarles meses, años o incluso décadas. Un análisis en retrospectiva nos muestra, que durante todo este tiempo se producen señales que podrían revelar las intenciones de la persona con pensamientos suicidas. Pero estas señales suelen no ser claras y podrían confundirse fácilmente con signos de la edad o rasgos de personalidad. Los familiares y las personas cercanas son los que con mayor frecuencia suelen ignorar o minimizar las advertencias. La familiaridad del trato cotidiano suele llevarnos a naturalizar las expresiones o conductas que debieran advertirnos. Definitivamente, el suicidio podría estar acechando muy cerca de nuestra puerta, sin que siquiera lo notemos.

Sin embargo, esta realidad tan compleja no debería desalentarnos ni sumirnos en una sensación de impotencia. El suicidio se puede prevenir. La comunidad tiene a su alcance los recursos que necesita para que una prevención efectiva del suicidio se haga realidad. Todos y cada uno de nosotros podemos hacer mucho para potenciar esta tarea. El primer paso es tomar conciencia de que el suicidio es un riesgo real, incluso para nosotros y nuestros seres queridos. 

El suicidio es un riesgo real para todos.

También para nuestros seres queridos.

 

Segundo Paso: Asumir nuestra responsabilidad en la Prevención del Suicidio

 

Otra idea muy difundida, nos dice que el suicidio es una decisión de otro, por lo que nada puede hacerse. Esto es verdad, sólo en parte. El suicidio, por definición, es una decisión, pero nunca es una decisión libre. Los seres humanos tomamos decisiones en base a nuestras circunstancias y condicionados por nuestro entorno, nuestros recursos y nuestra historia de vida. A veces decidimos lo que queremos hacer, otras lo que necesitamos y en ocasiones las circunstancias deciden por nosotros ya que no encontramos alternativas posibles. La decisión de quitarse la vida suele parecerse más a esta última situación.

La conclusión a la que se llega después de entrevistar a miles de personas con pensamientos suicidas es que nadie quiere morir. Lo que realmente quieren es detener el sufrimiento. Todos ellos hablan de un sufrimiento profundo e insoportable, que anula su natural deseo de seguir viviendo y, desde su propia percepción, les genera deseos de detenerlo a toda costa. Todos elegirían seguir viviendo si se pudieran modificar sus circunstancias. Los demás, sus actitudes y su forma de relacionarse, siempre importan ante estas decisiones tan condicionadas. Los demás, es decir, todos nosotros, podemos hacer el cambio que genere alternativas y les permita seguir eligiendo la vida. Por eso decimos que el suicidio no es un problema individual sino comunitario, y que las soluciones deben surgir de la comunidad.

Aún asumiendo al suicidio como una cuestión comunitaria, podríamos decir que no sabemos, no podemos o no tenemos la preparación suficiente para asumir una responsabilidad en la prevención del suicidio. Preferimos pensar que, de un problema tan complejo, se deberían ocupar los profesionales de la salud mental, que para eso estudian y se preparan. Y, si bien es cierto que psicólogos y psiquiatras juegan un papel especial en la prevención del suicidio, muchas personas con pensamientos suicidas, por diversas circunstancias, no acceden a estos profesionales. Y aún para aquellos que sí accedieron a un tratamiento, estar en tratamiento no significa estar fuera de peligro. El entorno sigue jugando a favor o en contra del riesgo suicida. Lo que necesita una persona con pensamientos suicidas es ayuda profesional y contención de su entorno. Una no puede reemplazar a la otra. Es más, la contención del entorno suele ser necesaria para que el sujeto pueda acceder a la ayuda profesional. Y lo que necesitamos todos nosotros, suframos o no pensamientos suicidas, es de un entorno nutritivo y contenedor que promueva valores, actitudes y habilidades sociales que nos sirvan como recursos para enfrentar las inevitables vicisitudes de la vida sin recurrir a pensamientos suicidas.

El entorno somos nosotros. Todos y cada uno de nosotros. De nosotros depende que a las personas con las que interactuamos les resulte más fácil o más difícil encontrar alternativas de vida en los momentos más difíciles. El suicidio sigue siendo una decisión de otro, y este es nuestro límite. No somos omnipotentes, no podemos controlar todas las situaciones y, lamentablemente, no podemos evitar todos los suicidios. Aún así, es mucho lo que podemos hacer. Seguramente muchas de estas acciones ya las tenemos incorporadas pero, para potenciarlas y así lograr una prevención del suicidio comunitaria más efectiva, el segundo paso es tomar consciencia de nuestra Responsabilidad en la Prevención Comunitaria de la Conducta Suicida. 

El suicidio no es un problema individual sino comunitario:

Asumamos nuestra responsabilidad.

 

Tercer paso: Ponerse en acción

 

La Prevención Comunitaria de la Conducta Suicida consiste en acciones muy simples que todos podemos realizar y que, seguramente, ya estamos realizando en algún grado o de algún modo. Aún así, resulta de mucha utilidad repasar todo lo que podemos hacer.

Debemos distinguir dos situaciones: cuando la crisis emocional o el pensamiento suicida no es evidente y cuando sí lo es. A estas dos situaciones muy distintas, corresponden acciones recomendadas también diferentes que llamamos respectivamente: Prevención Primaria de la Conducta Suicida y Asistencia a Personas en Crisis. 

 

Para la Asistencia a Personas en Crisis podemos a su vez señalar dos casos particulares que requieren acciones específicas: la Asistencia en Emergencias en relación a la Conducta Suicida y la Asistencia ante un Duelo por Suicidio.

El suicidio se previene con acciones muy simples: ver, estar, escuchar

 

Ver también:

Prevención Primaria de la Conducta Suicida

 

Asistencia a Personas en Crisis

 

Asistencia en Emergencias en relación a la Conducta Suicida

 

Asistencia ante un Duelo por Suicidio

escenarios saludables

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