top of page
  • Foto del escritorautora anónima

Esa horrible sensación de no querer estar


Tengo 35 años. Vivo sola con mis dos gatitas. Estudio y trabajo. El año pasado intenté terminar mi vida por suicidio. No recuerdo haber tenido un motivo en particular en ese momento, pero sí sé que antes venía aguantando una serie de situaciones, pensamientos y emociones, hasta que ya no pude más.


Estaba en tratamiento psicológico y psiquiátrico (aún lo estoy) y tomaba tres tipos de medicamentos, ansiolíticos, antidepresivos y pastillas para dormir. Durante varios meses tuve dificultades para conciliar el sueño, así que a veces hacía abuso de las pastillas para dormir. También cuando simplemente "no quería estar".


Ese día ingerí varios blisters de pastillas. Recuerdo haber googleado un momento después cuál era el efecto de tomar esta combinación de pastillas. Y antes de perder la conciencia no sé qué pasó, pero llamé a una línea de asistencia al suicida. Ya había llamado antes porque había tenido pensamientos suicidas previamente. Por eso empecé a hacer terapia, y tenía el número agendado como "llamar para pedir ayuda".


Siempre voy a estar agradecida con quien me atendió en ese momento. Le comenté lo que había pasado, la combinación de medicamentos que había ingerido. Esta persona muy amablemente me pidió permiso para llamar al Sistema de Atención Médica de Emergencias y a la policía, y me explicó que necesitaba un lavado gástrico. La policía llegó primero. Me mantuvieron consciente hasta que llegó la ambulancia. Me llevaron al hospital más cercano. Recuerdo que alguien tomó mi teléfono y llamó a varios contactos hasta que respondió una amiga.


Mis amigos me ayudaron ese día ya que mi familia vive a 2000 km. Ellos se quedaron conmigo en el hospital y al día siguiente me llevaron a una clínica psiquiátrica en donde trabaja la madre de uno de ellos. Estuve internada ahí unos días, recuperándome. Cuando mi mamá llegó a la ciudad decidió sacarme para llevarme a casa, y continué el tratamiento con mis médicos.


Gracias a la terapia me di cuenta de que, a pesar de ser una mujer adulta, no cuento con con ciertos recursos para afrontar determinadas situaciones. Como, por ejemplo, hablar para pedir ayuda. Es algo que, quizás, una aprende en la infancia, pero no es mi caso. Desde que tengo memoria, en general, trataba de resolver todo yo misma. Soy autoexigente y me siento segura si tengo el control de las situaciones. Lo cual es agotador. Uno no puede tener el control sobre todo. Y es en lo que estoy trabajando.


Ahora solo tomo ansiolíticos, me hizo muy bien que mi psiquiatra confiara en mí después de todo lo que pasó. Él me ayudó a dejar los antidepresivos y las pastillas para dormir de a poco. Pude volver a dormir sin necesidad de medicación.


También volví a hacer ejercicios de respiración y a meditar. Haciendo introspección pude notar que esa sensación de "no querer estar" la tengo desde hace tiempo, así como la sensación de no tener motivación para terminar mis estudios, ni para trabajar. Me estoy replanteando varios aspectos de mi vida, pero decidí que esta vez voy a ir de a poco. Tomando pequeños pasos y sabiendo que mis familiares, amigos y terapeutas me acompañan.


Decidí viajar con mi mamá y mis gatitas a su casa. Había leído que después de un tiempo existe la posibilidad de tener una recaída, y no quiero que eso pase. Así que vine para estar acompañada por mi familia, para tenerlos más cerca, poder descansar y dejar que me mimen.


Si bien aún estoy en tratamiento, y hay muchos temas en los que tengo que trabajar con mis médicos, mi familia y conmigo misma, hoy elijo estar.

 

Ver también:





bottom of page