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  • Foto del escritorEscenarios Saludables

Anticipo del libro: “Sui Génesis o El libre albedrio (Ud. elige)”

Intentemos mirar al semejante en modo KINÉTICO.

Raúl Morello.

Médico Psiquiatra. Fundador de “Escenarios Saludables”


Le explico: la kinesis (es otro invento griego donde, a través de las palabras, luego fundaban escuelas), se convirtió en una disciplina que analiza el estado anímico de una persona según su postura corporal, así como se la ve en el Mundo; mediante la simple observación, se aproxima a su estado emocional por la pose que adopta cuando está sola o, bien, cuando se encuentra en medio de la multitud. Este método utiliza la simple vigilancia, contempla sus posiciones y aventura establecer los momentos espirituales por los que atraviesa el individuo.


No entendamos aquí “espirituales” de corte sacro; tómese esta valoración como una de las tres categorías que constituye nuestra humanidad, como son el cuerpo, el alma y el espíritu (otro suvenir griego), que es lo que nos diferencia de los animales, ya que ellos no se ríen como Ud. que, de tanto en tanto, hace esfuerzos por concentrarse.


Vayamos al ejemplo para entenderlo mejor: si observamos a alguien sentado en el extremo de un banco de plaza, cabizbajo, indiferente con lo que sucede a su entorno, es fácil aproximarse a la idea de su estado anímico es de tristeza, pesadumbre, dolor en el Alma o algo parecido. No se inmuta por lo que sucede a su alrededor; se ha ubicado deliberadamente de ese modo para que nadie lo moleste y está ensimismado en sus pensamientos y parece, incluso, que ni siquiera estuviera ahí. Está en otro Mundo.

Por el contrario, si vemos alguien desparramado en medio del asiento con sus piernas estirada, apoyando ambos brazos en el respaldo y mira a su alrededor despreocupadamente, podríamos afirmar que esa persona está dispuesta a entablar relación con quien le clave el visto, ya que el tipo está dispuesto a cualquier avance. No como éste que está preparado a dialogar como si fuera un viejo amigo…

Si profundizamos lo escrito hasta ahora, podemos sospechar el estado mental de su estar-en-el-mundo con bastante precisión, si recordamos la mirada kinética, la que nos permite apreciar los contornos de la foto y luego, hacernos la película.


Convendría aclarar que, lejos, esto es de más fácil comprensión que desentrañar su ser-en-el-mundo: dilema que se ocupa la filosofía o el análisis existencial y requiere un tipo de abordaje más elaborado. Nosotros nos conformamos con la foto.


En cuanto a la persona que está en medio de la multitud, la kinesis dice que una persona necesita por lo menos un metro cuadrado como espacio vital para sentirse cómoda; es un área que permite moverse sin limitaciones y cualquiera que lo invada, lo perturbará. Pensemos en esas personas insoportables que para hablar se enciman tanto que insinúa va a besarnos en la boca, además de escupir mientras nos habla; esto nos obliga a inventar algo urgente para retirarnos, dejándolo con la papa en la boca.


O, peor, lo que sucede en un colectivo o tren atiborrados de personas donde lo aprietan por todos los costados. En esa situación, no tendrá ninguna predisposición a que termine el viaje lo más pronto posible, a menos que quien lo haya apoyado despierte una emoción sensible y lo conmine a bajarse más rápido… porque es como alguno/as pasajeros se aprovechan a propósito para los contactos sexuales.


Como puede apreciar, si le pone una pizca de kinesis al mirar a los demás, por estas consideraciones, quizás despierte en Ud. una vibración diferente y lo anime a tomar decisiones en base a ella. Como acercarse al que anda con su Alma en pena, ese que nos conmueve por su actitud solitaria. Se sentaría en la otra punta y esperaría que levante su cabeza para preguntar: “¿Qué tal maestro; cómo andamos?” (Aunque esa pregunta puede formularse sin palabras, ya que, un abatido sabe leer la intención de una mirada amable: solo está abatido, no es tonto como para no darse cuenta).

Pero, ya que mencionamos la mirada en este juego de la comunicación kinética, vamos a profundizar algunos de sus detalles. Deberíamos reconocer que la mirada tiene la condición de ser la puerta de entrada que abre lo profundo de cada ser humano. Caracteriza lo irrefutable del Otro y nos acerca sus sentimientos inmediatos, si nos detenemos a contemplar su impronta.


Para darle esta legitimidad, observemos la mirada del recién nacido que estuvo 9 meses en la serena oscuridad del vientre materno y ahora frente a nosotros. De donde viene, el Paraíso Perdido, no tenía urgencias, ansiedades ni desvelos. Estaba protegido por donde se lo mire, ya que todos los servicios corrían por cuenta de su madre. Cuando ese recinto al final le resultó incómodo, se vio intimado a salir expulsado y nadie sabe más que él cuánto dolió nacer, aunque no pueda comunicarlo, ya que recién al año y medio puede apalabrar lo que siente y del inicio, ni se acuerda. Pero debe tener registro de cuánto.


Inmediatamente al salir de ahí fue toqueteado por unas manos apuradas que lo apoyaron en algo áspero y rugoso para su piel, como es la sala de recepción, haciéndolo sentir inseguro; lejos de esa sensación placentera de nadar en aguas tibias dentro del saco vitelino. Le pincharon un glúteo y sintió el segundo dolor de su vida, y no le avisaron que necesitaba Vitamina K para evitar la coagulación de su sangre.


Por si fuera poco, después de un breve baño, lo vistieron a las apuradas haciéndole perder la libertad que experimentó durante su corta vida, ya que antes, dio Vueltas Carnero durante muchos meses sin impedimento alguno. Si bien ahora podía respirar libremente, de pronto, al quedarse quieto, se sentiría amenazado por el amplio universo que le rodea.

Observemos la pureza de esos ojos que contienen la Inocencia Humana en su máxima expresión; veamos cómo recorre el campo visual lentamente para indagar lo que deberá averiguar a lo largo de toda su vida: un Mundo que no conoce y al que ha sido arrojado intempestivamente. Seguramente, en esos momentos, debe estar preguntándose: ¿Dónde estoy?


Hasta parece buscar algo sustancial, algo que le dé certezas acerca de su pertenencia. Pero, si en su recorrido por indagar el Mundo se tropieza con otro ser humano, sus ojos parecen interrogar: ¿Quién está ahí?


Ese stress desaparece por arte de magia cuando se conecta con los ojos de su madre; eso es otra cosa. A partir de ese instante comienza el primer Idilio que el ser humano construye con una palabra que ni siquiera sabe que existe, como es el Amor Incondicional, al que se entrega plenamente. Sentimiento que le corresponde desde lo más profundo de sus entrañas, por lo menos, en el instante sublime de ese encuentro. Sin parpadear intercambia una comunicación tan profunda con ella, que el Universo se diluye absolutamente. Ningún pintor pudo representar un cuadro fidedigno de ese vínculo para comprender lo que sucede cuando madre e hijo se miran. Esto es lo que sucede en el sorprendente Inicio de la Vida. El problema es que esa mirada, pronto se olvida.


Traigamos ahora la mirada de un Viejo. Esta mujer, por ejemplo, parece que está de vuelta de muchas vidas y por eso hasta sonríe con sus ojos, aunque aquí insinúa que afuera hace frío y es la hora del mate.


Esos ojos contienen toda la paciencia para un nieto, una mascota, un vecino, una planta; menos para el Viejo que deja las chancletas por cualquier lado… Por eso, a esta anciana le otorgamos el calificativo de Abuela con reminiscencias de ternura si hemos disfrutado de una. […]


En la edad media de la vida, en cambio, estamos tan apurados para ir no sabemos dónde, que no podemos detenernos en éstas y otras tonterías. Muy pocas cosas nos sorprenden, ya que el mundo es predecible ante nuestra mirada, en el que creemos saber hasta cómo funciona. Por eso vamos directo donde están nuestras necesidades inmediatas, inmanentes y urgentes: el celular.

Sin embargo, no hay que deprimirnos por pérdidas de atributos que vamos perdiendo, ya que podemos recuperar su significado y darle una utilidad, un sentido; por ahora, esta idea, se la dejo flotando en medio de sus dos hemisferios, más precisamente, en el Limbo.


Volvamos unos pasos hacia atrás y veamos a la persona del banco de la plaza, esa que, por su actitud, nos pareció triste. Sentémonos a su lado y esperemos nos mire. No sabemos si su desgracia, en caso que quiera contarnos, será de nuestro interés. Sin embargo, advierta un hecho: al tomar en cuenta la kinética de la mirada hacia un semejante… habremos comprendido que a nadie se le debería negar un abrazo.


Dese cuenta qué distintas son las miradas precedentes con la de un psicópata, aunque no hablemos una palabra con él. Nos damos cuenta que es malo sólo porque nos clava él el visto, ya que permanentemente está buscando la mirada de Otro para someterla. Si se cruza con alguien que la lleve puesta, recomiendo que siga derechito hacia donde se dirigía sin mirar hacia atrás; no vale la pena quedar atrapados en esa incertidumbre. Preste atención…


Con los del tren o colectivo, donde ese espacio vital se diluyó y nos hizo sentir incómodos por cercanías extrañas, lo único que nos queda es hacer un corte de manga junto un codazo, si podemos, al tipo/a que nos está apoyando, porque sabemos que está alzado/a y uno no disponible en ese momento.


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